El secreto de sus ojos es una película argentina dirigida por Juan José Campanella, basada en la novela La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri. Está protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago y Javier Godino, y cuenta con la participación especial de Guillermo Francella. Producida con capital argentino y español, logró ser la película argentina más exitosa del año 2009 y la segunda más taquillera de la historia del cine argentino, con más de dos millones y medio de espectadores, y en 2010 se convirtió en la segunda película argentina en ganar el Óscar a la mejor película extranjera La historia, situada en 1999, es contada en forma de recuerdo: en junio de 1974, un agente de la justicia federal, Benjamín Esposito (Ricardo Darín), empieza a investigar el crimen de una joven mujer, brutalmente violada y asesinada dentro de su casa en un barrio de Buenos Aires.
Su esposo, ahora viudo, Ricardo Morales (Pablo Rago), queda devastado por la noticia; Esposito le promete encontrar al asesino y llevarlo ante la justicia. Éste es ayudado por su asistente alcóholico, Pablo Sandoval (Guillermo Francella), y la recién llegada Irene Menéndez-Hastings (Soledad Villamil), una joven de clase acomodada que es la nueva jefa del departamento. El rival de Esposito en el tribunal, Romano, acusa a dos trabajadores inmigrantes para deshacerse del asunto, lo cual enoja a Esposito tras ver que ambos fueron torturados para que se declararan culpables y se enfrenta a Romano en un ataque de furia.
Pronto, Esposito encuentra una pista al mirar unas viejas fotos de la joven asesinada, que le fueron dadas por Morales: en muchas de las fotos encuentra a un hombre, identificado como Isidoro Gómez, que miraba a la víctima de forma sospechosa. Esposito investiga a Gómez, y determina que vive y trabaja en Buenos Aires, pero no logra localizarlo. Esposito y Sandoval entran ilegalmente en la casa de la madre de Gómez en Chivilcoy, ciudad donde no sólo nació él, sino también la difunta esposa de Morales. Durante el allanamiento, encuentran unas cartas que el sospechoso le escribió a su madre. Sandoval las roba, Esposito se entera manejando de regreso. De vuelta a la Capital Federal, la "visita" sólo les causa problemas con sus superiores, y no logran conseguir ninguna evidencia en las cartas.
Además, Gómez sigue en libertad debido a una descuidada llamada telefónica a su madre por parte de Morales, quien desesperadamente quería encontrar al asesino de su esposa. Tras estos sucesos, la investigación del homicidio de la joven es cerrada. Sin embargo, tiempo después Esposito logra convencer a Irene de que reabra la investigación tras un encuentro de éste y el viudo de la víctima. Sandoval hace un descubrimiento: un conocido suyo del bar identifica varios nombres mencionados en las cartas -sin conexión aparente- como jugadores de fútbol pertenecientes a Racing Club de Avellaneda. Después de identificarlo como fanático de Racing, Esposito y Sandoval van a un partido entre ese equipo y Huracán, con la esperanza de encontrar a Gómez. En una escena memorable filmada en el estadio de este último equipo, lo localizan entre la multitud, pero un gol repentino causa el barullo suficiente para que huya.
Una espectacular persecución comienza en la que Gómez casi escapa, pero es finalmente atrapado gracias a la asistencia de la policía. Esposito e Irene entonces lo someten a una falsa e ilegal interrogación en la oficina en la que Irene logra que Gómez confiese el crimen tras herir su orgullo masculino. Gómez es juzgado y condenado, pero a partir de allí, la rivalidad entre romano y Esposito entra en juego, dando un giro inesperado a la historia. El poder ejecutivo libera a Gómez de su condena tras la intervención de romano y lo deja en libertad a cambio de que este trabaje como "matón" para ellos.
Sandoval muere tiroteado por unos hombres contratados por romano en la casa de Esposito, quien viendo su vida en peligro (ya que en realidad los matones querían matarlo a él) parte a Jujuy ayudado por Irene, quien teme que lo asesinen. Al dar por cerrado el caso después de 25 años, Esposito decide visitar a Morales. Pero Morales se descontrola después de que Esposito le pregunta cómo hizo para sobrellevar la muerte de su mujer, y más aún la injusticia con la que finalizó su causa. Porque después de enterarse Esposito de que Gómez había terminado como guardaespaldas de Isabel Perón, a este no se lo volvió a ver. Morales le cuenta a Esposito que él ya se había encargado de secuestrar a Gómez y de tirotearlo en el baúl de su auto. Siendo así, Esposito se retira.
Pero tras una profunda reflexión guiada por recuerdos, detiene el auto y se dirige campo adentro, de vuelta hacia la casa de Morales, en el momento en que éste entra en un pequeño granero con un plato de pequeños trozos de pan. Esposito avanza y mira por detrás de la puerta: Morales lleva ese plato a una celda de cuya oscuridad sale un "anciano" decrépito, quien resulta ser un añejo y maltrecho Gómez. En ese momento Morales, con seriedad en su rostro le dice a Esposito: "Usted dijo perpetua", en referencia a la promesa de encarcelarlo que le había hecho. De vuelta a Capital Federal, Esposito visita la tumba de Sandoval, y más tarde visita a Irene, dispuesto a confesarle su amor por ella, cosa que ella siempre ha esperado de él.
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